Gersy Arámbulo tiene 19 años y su versatilidad en el campo de juego, donde oficia de extremo por ambas bandas, también le salva el día fuera del verde, en el partido que libra día a día para salir adelante por su hija de dos años. Gersy juega en el Águilas de Santa Ana, equipo con el que compite en la Copa Perú. Hace unos días se viralizó luego que una foto suya llegara a redes sociales: allí se le veía más polifuncional que nunca, en sus dos facetas, la de futbolista y la de repartidor de delivery motorizado.
Depor fue a buscarlo y esta es la historia del chico que también estudia mecánica e ingeniería automotriz y que sueña con algún día llegar a jugar en Alianza Lima junto a Paolo Guerrero y Jefferson Farfán.
La pelota y el pan
En el fútbol siempre se ha caracterizado por su gran velocidad. Juega de extremo y su versatilidad lo ha llevado a poder desenvolverse sin problemas en ambos lados del campo. Por derecha amaga y elabora con la misma facilidad con que por izquierda encara y saca el latigazo con destino de gol. La vida le ha enseñado a encontrar siempre más de un camino para resolver problemas.
Llegó al Águilas de Santa Ana a los 14 años, gracias a un amigo y luego de una lesión que lo tuvo casi año alejado de su pasión, el fútbol. Hoy su dorsal es la “nueve” por una fecha especial que no quiso contarnos. “He jugado al fútbol desde los 4 años en mi barrio de Los Olivos”, cuenta y advierte que aunque su sueño es ser futbolista, no le quita espacio a los estudios, pues se prepara para ser ingeniero automotriz. “Luego quiero ir por mi maestria”, dice Gersy muy seguro de lo que quiere para su futuro.
“Mi aspiración es llegar a ser futbolista profesional, seguir mi sueño, luchar hasta donde me dé la oportunidad, pero para eso necesito algún apoyo. Hay que ser realistas, en la Copa Perú no hay mucho apoyo, para serte sincero no hay buenas condiciones ni buenos campos para jugar o entrenar”, cuenta.
Gersy es papá, estudia, trabaja y juega al fútbol. Trabaja y juega para salir adelante por su pequeña hija de 2 años. Y no se da por vencido incluso cuando el día se le aprieta y le hace falta tiempo para ganar partidos y carreras de delivery.
“Yo trabajo lo que es tiempo libre en Rappi, lo que viene a ser de 5 de la tarde a 11 de la noche o de 7 de la noche a las 11 de la noche, es como tener un extra, más que nada también porque tengo una pequeña, y es mi inspiración para salir adelante y darle un mejor futuro como todo papá quiere para su hija”, explica sobre su rutina.
Añade que aunque no pasa por un buen momento económico, seguramente también por culpa de la pandemia, hace todo lo necesario para salir adelante. Así sea tener que hacer delivery antes o después de los partidos de Copa Perú. “Lo primordial es mi hija ahorita, que tenga todo lo necesario. Ella es mi gran orgullo, al igual que mi madre”, confiesa.
Vivir corriendo
“Más que nada tengo lo que es la velocidad, es lo que me caracteriza en el tema del juego, soy bastante rápido, no lo puedo negar. Acá (en el club) normalmente a mí me molestan como el Usain Bolt. Yo veo que corro como cualquiera, pero, normalmente, en los entrenamientos, nos hacen competir de un extremo al otro y el que termina ganando soy yo”. dice sonriendo.
Su talento para la velocidad es similar a la vocación que tiene hace algunos años para vivir corriendo. De los estudios a la cancha, de la cancha a la moto y de la moto a la cancha y luego a casa. Nunca para, ni cuando escucha el pitazo final al minuto noventa.
Cuando juega, su día -o su noche- es una locura. Por ejemplo, si un partido de Copa Perú es a las 8 de la noche, elige trabajar antes como repartidor de delivery. Se sube a su moto y juega su primer partido contra el reloj: debe cumplir con sus entregas lo más rápido posible para llegar a la cancha a tiempo. Luego del partido, agotado por el despliegue físico y muchas veces con alguno que otro moretón, vuelve a la moto para su segundo turno.
“Hago lo posible para sacar un extra (de dinero) y venir acá (a la cancha). Una vez terminado el partido, sigo con mi trabajo”, relata. Su trajinado día no ha pasado desapercibido para sus compañeros, que en más de una ocasión lo han visto pasear por el campo de juego con su mochila de repartidor.
Un sueño blanquiazul
-Te gustaría llegar a un club en específico?
Me gustaría jugar en Alianza Lima, ya que mis más grandes ídolos son Paolo Guerrero y Jefferson Farfán. En la actualidad, me ha gustado cómo está jugando el equipo ahora, está ganando, más que nada hace poco le ganaron a la ‘U’ en su casa.
-¿Cómo convencerías al técnico Bustos para que te fiche?
Bueno, le diría que más que nada tengo la velocidad, es lo que me caracteriza, en el tema del juego soy bastante rápido. Acá a mí me molestan como Usain Bolt. En los entrenamientos nos hacen competir de un extremo al otro de la cancha y el que siempre termina ganando soy yo.
-¿Podrías hacerle la competencia en velocidad a Luis Advíncula?
-No podría decir eso, pero quizá podríamos ir parejos, yo creo que sí.
Un próximo Valera
Su talento lo llevó a pertenecer en la pre selección durante un año (2017-2018), cuyo paso despertó aún más la ilusión de llegar a lo más alto así como su ex compañero en Copa Perú Álex Valera.
“Yo también estuve en la pre selección que jugamos lo que era regional. Nosotros representamos a Lima Norte, normalmente todos los partidos eran en Chimbote, jugábamos con la selecciones de cada región como Ancash, Loreto, Cerro de Pasco. También había otros compañeros que pertenecían recién, jugaron conmigo, en la selección de Lima Norte, pero los pasaron a Lima Sur.” sentencia el chico tímido e hijo único.
Gersy trabaja desde los 17 años y sus amigos más cercanos le han sugerido que también pruebe en el atletismo, donde podría sobresalir gracias a su velocidad innata. Por ahora, Gersy lo ha pensado, pero no tiene tiempo. Tiene que vivir el día a día corriendo.
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