En el fútbol siempre hay muchos condicionantes. En una de mis últimas columnas argumentaba que no siempre gana el mejor. Hay muchos factores, pero la urgencia con la que vivimos nuestras vidas, en gran parte por culpa de las redes sociales, afecta también al fútbol. Ya en la primera etapa de Laporta en el Barça, el equipo necesitó tiempo para volver a lo más alto. Y Laporta y los suyos tuvieron la paciencia necesaria para aguantar el arreón de resultados negativos para confiar en Rijkaard y lograr, poco después, la segunda Champions del club. Ahora estamos en las mismas. El proyecto todavía es embrionário y se le está pidiendo al equipo un resultado que todavía no puede llegar. Pero es que, además, nada ha acompañado. Ni lesiones (con Araújo y Koundé en el eje de la defensa ya me habría gustado ver si pasaba lo mismo), ni calendario (caer en el grupo de la muerte no ayudó a un cuadro en construcción), ni el VAR. Lo queremos todo ahora y aquí, pero toca tener paciencia y confiar en los que estan al mando. A final de curso ya tendremos tiempo de poner notas y pedir explicaciones si las cosas van mal.
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