Con 1.62 metros de estatura y menos de 50 kilos, la pequeña Nadia Comaneci bien pudo haber pasado por una niña cualquiera. Su cabello atrapado en una cola de cabello perpetua y un cerquillo finamente cortado para dejar ver con las justas sus inalterables ojos la hacían pasar desapercibida ante sus rivales. Sin embargo, la tarde del 18 de julio del 1976 fue el día que cambió su vida, la historia del deporte y se convirtió en una leyenda para los Juegos Olímpicos.
Poco importaba su edad. Nadia Comaneci tenía solo 14 años, una adolescente, pero era una de las gimnastas más representativas de la entonces potencia Rumania. Era el primer día de competencia de Montreal 1976 y por calendario tocaba la rotación del ejercicio de barras asimétricas, una de las paradas más técnicas de la competencia.
Con una fuerza impresionante para sus pequeños brazos, una técnica envidiable y postura perfecta, Nadia terminó el ejercicio. Para ella no tuvo nada de diferente, era la misma rutina que había estado practicando todos los días después del colegio.
Pero no era tan simple como pensaba. El marcador mostró un puntaje de 1.00. La gimnasta pensó que era un error, que no lo había hecho tan mal como para recibir ese número. Ni sus compañeras de equipo entendieron. Y es que lo que estaban presenciando era histórico: Nadia había conseguido la mejor marca vista en la historia de los Juegos Olímpicos.
Las 18 mil almas del coliseo explotaron de emoción, pero Nadia mantuvo la calma. Quizás por su carácter pero más que todo por su ignorancia. "No era mi objetivo. Tampoco me sorprendió mucho. Sinceramente, entonces no comprendía muy bien su importancia. Era muy joven. No seguía mucho mi deporte", cuenta la excampeona olímpica a los 54 años.
Más allá de la proeza, su logro fue la prueba de que el cuerpo humano no para de sorprender al mundo. Meses antes de los Juegos de Montreal, Daniel Baumat, responsable de la gestión y programación de los marcadores electrónicos de Omega se reunió con la Federación Internacional de Gimnasia para afinar los últimos detalles. Una de las preguntas que hizo fue si debía cambiar a cuatro dígitos (en ese entonces solo se usaban tres para la puntuación), pero la respuesta es ahora profética. "Déjelo como está, es imposible que alguien consiga un '10' ni en cien años", dijeron.
Aquel error en la puntuación hizo que aquella rutina pasase a la historia, tanto que la Federación se vio forzada a cambiar de marcador para las siguientes competencias. La rusa Nelli Kim fue una de las que se vio beneficiada de ello pues también consiguió el ansiado '10' en la misma fiesta olímpica, pero quedó en la sombra de la estrella de Rumania.
La fría ciudad de Onesti, en Rumania, fue el hogar de Nadia. Fue una niña normal que saltaba por los arbustos y corría por el jardín hasta que a los seis años conoció a Béla Károlyi. El reconocido entrenador de la selección nacional vio en ella una niña prodigio y la tuvo bajo su tutela. Aunque era muy joven, el hombre creyó ver en ella potencial, y años más tarde comprobaría que era cierto.
Su carrera despegó cuando tan solo tenía 13 años, un año antes de hacer historia. En el Campeonato Europeo de Skien en 1975 consiguió cuatro medallas de oro (all around, salto, asimétricas y barra de equilibrios) y una de plata (suelo). Meses después disputó la American Cup (Estados Unidos) y la Chunichi Cup (Japón), y en ambos torneos consiguió el ansiado 10. Pensaron que la racha terminaría allí, pero Montreal les probó que se equivocaron.
Han pasado cuatro décadas de aquel puntaje perfecto, pero Nadia sigue celebrando. Y es que a medida que pasan los años pareciera que la hazaña se vuelve aún más grandiosa, pero este aniversario es más importante que el resto. Esta vez podrá celebrar junto a su hijo Dylan en Montreal, donde su nombre fue conocido por el mundo entero.
A sus 54 años, Nadia Comaneci sigue bastante involucrada en el mundo del deporte. Tiene un gimnasio en Oklahoma, donde incentiva la práctica del deporte en jóvenes promesas. "Es un arte, es llevar tu cuerpo al extremo", cuenta emocionada. A sus 54 años lo sigue haciendo, y no tiene cuándo parar.
Este es el récord de Nadia Comaneci en los Juegos Olímpicos
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